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10/7/09

POLVO DE HADAS

Para Carlos, por su calidez, su empatía, su presencia,

su… amistad. Por tu existencia.

Vanessa Martínez.

Hace mucho, muchísimo tiempo…

El sol estaba alto y los árboles se mecían armónicamente con el aire primaveral cuando la ciudad de Kurlan, Capital Regente del Bosque de las Hadas, sufrió la terrible noticia que transformó para siempre la plácida convivencia de sus habitantes.

El mensajero de la Corte cruzaba el bosque rápido y presuroso, gritando la noticia hacia los cuatro puntos cardinales. Sus alas vibraban incansablemente presas de la tensión.

La Princesa Carla se muere…!

A su paso, los habitantes del Bosque se detenían bruscamente, llenos de profundo temor ante semejante noticia. Un silencio roto sólo por los cantos de los pájaros, que se lanzaban sin dudar a extender la noticia allá donde la cristalina voz del mensajero no llegaba.

Pronto, un grupo amplio de animales y otros habitantes del Bosque se dirigió sin dudar y rodeados de murmullos hacia las puertas de la Morada de la Reina Mab y la princesa Carla. ¿Qué le había pasado a la dulce y bella princesa, tan llena de vida y juventud?

Cuando llegaron a las raíces del Roble Real, vivienda de la monarca, los murmullos se hicieron más fuertes, y no tardó en aparecer la mismísima Reina Mab en persona entre las ramas fuertes y protectoras del árbol de tan respetable linaje.

-Mis amados vecinos de Kurlan… -dijo su cantarina voz, teñida de un pesar que a ninguno le pasó desapercibido. Su luminosa belleza, conocida allende los mares, seguía dejando a quien la observaba mudo de impresión… pues es sabido por todos que las hadas mandadas a reinar son propietarias de una belleza inigualable de comparar-Mis amados amigos -continuó- sé porqué habéis venido… y debo confirmar la terrible noticia que mi leal mensajero os ha hecho llegar. Mi hija… vuestra princesa se muere.

Los allí presentes no daban crédito. Algunos se echaron a llorar, otros, indignados, agitaban las alas mostrando su desconsuelo y algunos animales lanzaron gritos de dolor.

La Reina Mab, levantando su mano para hacer callar, tomó de nuevo la palabra.

-Por favor… hermanos míos, calmáos…. Sé lo mucho que apreciáis a Carla, y eso me llena de orgullo, como madre y como reina.

-¿¿Pero por qué se muere, Reina Mab?? -Se oyó gritar entre la muchedumbre.

La reina, en su generosidad habitual, extendió las alas y en un vuelo de exquisita armonía y cadencia, bajó ágilmente hasta posarse entre sus bienamados compañeros.

-Sus alas se secan. -Dijo lentamente, ya posada en el mullido suelo.

La gente enmudeció, pues nunca hubieran imaginado que algo tan terrible pudiera sucederle a su princesa…era lo peor que podía sucederle a un hada, pues si el polvo mágico se seca, su víctima se debilita hasta que finalmente muere. Últimamente sucedía demasiado a menudo, pero hasta entonces nunca se había encontrado el método de curar semejante desgracia. Así pues, la Reina tenía razón… aunque la dulce princesa Carla no moriría rápidamente, la enfermedad misteriosa y más temible para las hadas le había hecho víctima.

-¿Y no hay cura? -se aventuró a preguntar un Elfo de las orillas del río. Todos miraron expectantes a la Reina, esperando que quizá un milagroso remedio se hubiera hallado en las últimas horas.

La Reina le miró con sus hermosos ojos violetas y movió la cabeza lentamente.

-No, querido hermano del río…han venido todos los sabios a desentrañar el misterio, pero ninguno ha sido capaz de hacerlo. Desde ayer, Carla no puede volar, y su polvo mágico se desprende de sus alas reales como las hojas vuelan con el viento del Norte.

En ese preciso instante, y para sorpresa de todos, la princesa Carla apareció en una de las ramas superiores. Sus alas estaban laxas, flotando a su espalda como una capa.

Una exclamación recorrió a los congregados y la Reina Mab levantó de nuevo el vuelo hasta posarse junto a su hija. Juntas, la belleza se acentuaba, pues era imposible decidir cuál de ellas era más hermosa.

La princesa Carla sonrió a su madre cariñosamente y dio un paso al frente.

-Mis queridos amigos. -Un silencio absoluto inundó a los espectadores. -He tomado una decisión. -Miró a su madre de nuevo, amorosamente- Creo que… el misterio de esta enfermedad que me ataca está en los humanos, y especialmente en esos sueños que todas las hadas tenemos sobre un humano en particular. Yo sueño con el mío a menudo… y si bien nunca le hemos dado importancia, creo que ahí se oculta la clave para tan terrible y misteriosa enfermedad que nos afecta desde el principio del amanecer. -Aumentó su voz- Voy a ir en su busca, y tratar de comprender este suceso.

La Reina Mab, confundida, hizo un gesto de acercarse a su hija, pero ésta la miró y detuvo el movimiento.

-No, madre…Debo hacerlo, por mi bien y el futuro de nuestra raza. Es la única posibilidad que nos queda.

La Reina, consciente de la aguda inteligencia de su hija y el carácter responsable y decidido que ella misma le había inculcado, comprendió que nada podía hacer para detener a la princesa, pero al menos, propuso una opción.

-Hija mía… mi corazón se llena de miedo por tu aventura, pero mi razón me dicta que podemos llegar a la clave. Por ello, admito tu propuesta pero con una única condición, te acompañarán dos emisarios para protegerte y cuidarte, pues por todos es conocido la lucha del humano entre su inocencia y su ambición…

La princesa Carla asintió dulcemente, comprendiendo el miedo maternal. Dos de los Guardias Reales, amigos y serviles, dieron un paso al frente y ofreciéronse para escoltar a la amada princesa.

Y tal como quedaron las cosas, de forma tan precipitada, la princesa Carla tomó como transporte a un mirlo y con sus amigos a cada lado, cogieron altura en dirección a las tierras abiertas de los humanos.

Fueron días de viajes fatigosos y no pocas aventuras, que relataremos quizá en otra ocasión, pero finalmente llegaron a la Tierra de los Hombres, o Taduil en el idioma de los Bosques.

La princesa Carla estaba notablemente debilitada, sus alas ya eran como redes de hilo fino, tan desgastadas del polvo mágico que podía verse a trasluz, como el envés de una hoja. Guiados por sus sueños, habían llegado a la ciudad en la que habitaba el humano que se presentaba ante la princesa.

Los emisarios y el mirlo también sufrían signos de agotamiento, pero el amor hacia la princesa les motivaba a continuar con su misión, siempre adelante.

Sorprendidos y emocionados, observaban las ciudades humanas con respeto y admiración, y no pudieron dejar de divertirse ante las expresiones infantiles cuando los veían pasar, pues es conocimiento de los Bosques que sólo los niños tienen su mente abierta a la presencia de seres mágicos.

Lentamente, a medida que se acercaban al lugar que Carla soñaba, veían cómo la princesa retomaba fuerzas, el color regresaba a sus mejillas y bromeaba con su natural sentido del humor.

Se detuvieron frente a la casa que buscaban. Carla sentía cómo su corazón palpitaba con intensidad. Con un presentimiento, rogó a sus protectores emisarios que esperaran fuera, y gentilmente, el mirlo la llevó hasta una ventana, dejándola suavemente sobre el alfeizar.

A través del cristal Carla contempló por primera vez al humano que invadía sus sueños. Y un enorme sentimiento de amor y paz fue invadiéndola. ¿Qué extraño vínculo existía para que el hada recuperara fuerzas de forma tan curiosa?

Sintió que el humano estaba triste, pero, en lugar de entristecerla a ella también, los emisarios y el mirlo asistieron asombrados a la brusca recuperación de la princesa Carla… sus alas, en un despliegue de colores y hermosura, fueron cubriéndose de nuevo del polvo mágico.. sus compañeros de viaje apenas daban crédito a la visión. La belleza de Carla era si cabe más intensa, y en su expresión brillaba la más adorable luz que nadie haya contemplado.

Se acercó volando hacia sus amigos, en grácil y perfecta sincronicidad.

-Id a la Reina, hermanos… y decidle que la princesa Carla ha encontrado la curación y la razón de nuestros sueños…

Los dos emisarios se miraron confundidos, pero la princesa revoloteó sobre ellos con gracia hasta detenerse de nuevo.

-He comprendido, al ver a este humano, que soy parte de él tanto como él forma parte de mí… y que en nuestra calidad de seres mágicos, tenemos la oportunidad de devolver los sueños y esperanzas a estos humanos que han perdido la capacidad de escuchar la voz de los pájaros… reírse con los pícaros gnomos y disfrutar de los cantos élficos…si soñamos con ellos es porque, en el fondo de su corazón, creen en nosotros. Regresad al Bosque e informad a mi madre y a todos los demás… id en busca de vuestros propios humanos y llenadlos del olor del bosque, del sonido de la lluvia y del hermoso paisaje en primavera.

Y acto seguido… agitando la mano dulcemente, traspasó la entrada de la casa y se acercó al humano. Miró una última vez por la ventana a sus queridos compañeros y se lanzó al interior del humano.

Una luz brilló dentro de su pecho humano, como si un sol hubiera encontrado cobijo en lugar de su corazón, y su expresión triste cambió gradualmente hasta convertirse en una sonrisa.

La princesa Carla, riendo, salió de nuevo y se acercó otra vez a sus asombrados amigos.

-¿Veis?... ese es nuestro poder… y he sentido tanta vida dentro de él… de ahora en adelante, me quedaré aquí, velando sus sueños e iluminando su camino cuando la oscuridad le rodee… ese es mi camino, esa es mi suerte.

Y se despidió definitivamente, yendo junto al humano al que había prometido proteger.

Y es desde entonces, cuando en el mundo de las Hadas, comprendieron que todos los seres de esta tierra estamos unidos, y es por ello… querido lector, que cuando sientas que tu techo se desmorona… cuando creas que los rayos de sol no saldrán tras las nubes, recuerdes que tienes un hada cuya única finalidad es devolverte la alegría… déjala entrar en tu interior y siente su presencia… pues es sabido por todos, que las hadas viven gracias a tus sueños.

1 comentario:

Libussa dijo...

Gracias por publicar mi nombre de autora. Es gratificante ver que quedan personas honradas por inet que tienen el detalle de publicar las fuentes :))