1. LA TEOGONÍA. ORIGEN DE ÑAMANDU
I
Nuestro Padre Último, Último Primero
hace surgir su propio cuerpo
de las tinieblas primigenias.
II
Las divinas plantas de los pies,
el pequeño asiento redondo,
el apyka-jaguar,
en el corazón de las tinieblas primigenias
los despliega en su despliegue.
III
Divino reflejo de la divina sabiduría,
divino estribo sonoro de todas las cosas,
divinas palmas de las manos
con la vara insignia,
divinas palmas con sus floridas ramas.
Él los despliega en su propio despliegue,
Ñamandu, en medio de las tinieblas primigenias
IV
En la divina coronilla las flores,
las plumas que la adornan
son gotas de rocío.
entre las flores, entre las plumas
de la divina corona,
Maino el colibrí, el pájaro originario,
revolotea, revolea, vuela.
V
Nuestro Padre, el Primero,
su divino cuerpo,
en el curso de su propio despliegue
Él lo despliega,
en medio del viento originario.
su futura morada terrenal,
su futuro firmamento,
su futura tierra,
que desde siempre estaban,
Él no los conoce todavía por sí mismo.
Maino le refresca la boca,
Maino de Ñamandu el divino sustentador.
VI
Nuestro Padre Ñamandu, el Primero,
aún no había hecho desplegar
en el curso de su propio despliegue
su futura morada celeste:
no ve tinieblas, Él.
Y aunque el Sol aún no existiera,
Él existe iluminado por el reflejo
de su propio corazón,
Él hace un sol
de la sabiduría contenida
en el pecho de su propia divinidad.
VII
El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
existe en el corazón de viento originario.
Urukure’a, la lechuza,
hace que la tiniebla exista:
en donde roza su fatiga
se presiente el lecho de la sombra.
VIII
Ñamandu, el verdadero Padre, el Primero,
antes de haber desplegado,
en su propio despliegue,
su futura morada celeste;
antes de haber desplegado,
en su propio despliegue,
la primera tierra,
Él existe, Ñamandu, en medio del viento originario.
El viento originario
en cuyo corazón moraba nuestro Padre,
se alcanza de nuevo
cada vez que vuelve el tiempo originario,
cada vez que retorna el invierno.
Cumplido el tiempo originario,
cuando el tajy florece,
el invierno se muda al tiempo-espacio nuevo;
surge así el viento nuevo,
el tiempo nuevo de la primavera resucita.
EL FUNDAMENTO DEL LENGUAJE HUMANO.
ORIGEN DE LOS DIOSES AUXILIARES
I
El verdadero Padre Ñamandu, el Primero,
de su unívoca divinidad,
de su divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace que la llama se engendre,
que la bruma se engendre.
II
Ya está erguido Ñamandu:
de su divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
el fundamento del lenguaje humano
Él lo despliega, desplegándose a sí mismo.
De su divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
Nuestro Padre crea el fundamento de la Palabra
y hace que sea parte de su propia divinidad.
La Tierra no existe todavía,
reina la noche originaria,
no existe aún saber de las cosas:
el fundamento de la Palabra futura,
Él lo despliega,
haciendo de ello su propia divinidad,
Ñamandu Primer Padre verdadero.
III
Conocido el fundamento de la Palabra futura,
en su divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
Él sabe entonces por sí mismo
la fuente de lo que está destinado a congregar.
La tierra no existe todavía,
la noche originaria reina,
no existe aun saber de las cosas,
Ni sabe entonces por sí mismo
la fuente de lo que está destinado a congregar.
IV
Desplegado el fundamento de la palabra futura,
conocido el venero que congrega,
del divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace él que surja, única,
la fuente del sagrado canto.
La tierra no existe todavía,
reina la noche originaria,
no existe aún saber de las cosas:
en su soledad
hace Él que surja, única,
la fuente del sagrado canto.
V
Desplegado el fundamento de la Palabra futura,
conocido el venero que congrega,
fluyente el manantial del sagrado canto,
la mirada profunda de Ñamandu
busca al que ha de ser partícipe
del fundamento de la palabra,
al que ha de compartir con Él
el verbo destinado a congregar,
al que ha de abrevar
en la fuente del sagrado canto.
Su mirada profunda busca:
del divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace que surja
el compañero de su divinidad
VI
Su mirada profunda busca:
del divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace que surja Ñamandu Corazón Grande,
que con él se eleve el Sol,
reflejo de su divina sabiduría.
La tierra no existe todavía,
reina la noche originaria,
Nuestro Padre hace que surja
Ñamandu Corazón Grande,
para verdadero padre de sus futuros hijos numerosos,
para verdadero padre de la palabra-alma
de sus futuros hijos numerosos
es destinado Ñamandu Corazón Grande
VII
Después, continuando,
del divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace que se sepan divinos,
Karai, Padre verdadero,
Jakaira, Padre verdadero,
Tupa, Padre verdadero.
Verdaderos padres de sus futuros hijos numerosos,
Verdaderos padres de las futuras palabras-almas,
De sus futuros hijos verdaderos:
Ñamandu hace que se sepan divinos.
VIII
Después, continuando,
Ñamandu, Padre verdadero,
para que ocupe su lugar
frente a su corazón,
hace que se sepa divina
la futura madre verdadera de los Ñamandu.
Karai, Padre verdadero,
para que ocupe su lugar
frente a su corazón,
hace que se sepa divina
la futura madre de los Karai.
Jakaira, padre verdadero,
para que ocupe su lugar
frente a su propio corazón,
hace que se sepa divina
la futura verdadera madre de los Jakaira.
Tupa, Padre verdadero,
para que ocupe su lugar
frente a su propio corazón,
hace que se sepa divina
la futura madre de los Tupa.
IX
Destinados al divino saber de todas las cosas
de su propio Primer Padre;
compartido con Él
la fuente del canto que congrega;
compartido con Él el sagrado canto;
reunidos junto al venero
del saber que despliega las cosas:
tal como son,
a ellos también llamamos
excelsos Padres verdaderos
de las palabras-almas,
excelsas madres verdaderas
de las palabras-almas
3. LA PRIMERA TIERRA
I
Ñamandu, Primer Padre verdadero,
conoce ya su futura morada terrenal:
del divino saber de todas las cosas,
saber que despliega las cosas,
hace que en la punta de su vara insignia
se vaya desplegando la Tierra.
Hace que en el centro de la futura tierra
surja la palmera azul, el pindo azul;
otra en la morada de Karai,
en el naciente;
otro pindo azul en la morada de Tupa,
hacia el poniente;
en donde nacen los vientos buenos
hace que surja una palmera azul.
Cinco palmeras azules
como los deseos de una mano
hace surgir Ñamandu.
A las palmeras eternas
El lecho de la Tierra está sujeto.
II
Siete es el número de cielos.
El firmamento descansa
sobre cuatro columnas;
varas insignias son las columnas.
El firmamento que rebosa con los vientos
Nuestro Padre lo empuja a su lugar.
Colocado sobre tres columnas
el firmamento sigue aún moviéndose.
Asegurado por cuatro varas insignias
encuentra su lugar y cesa de moverse.
III
El primero que usó la tierra,
que dejó allí sus huellas,
fue Mbói, la víbora originaria.
Ahora sólo existe su imagen
sobre nuestra tierra.
La verdadera serpiente originaria
se encuentra en las afueras
del firmamento de Nuestro Padre.
El primero que cantó en el lecho de la tierra
de Nuestro Padre,
el que por vez primera entonó
su lamentación en la tierra,
fue Yrypa, la pequeña cigarra colorada.
La cigarra colorada originaria
está en las orillas del firmamento de Nuestro Padre.
La que queda en la morada terrenal
es sólo su imagen.
Jamái, el girino, hacedor de las aguas,
es dueño de las aguas.
El que existe en nuestra tierra
no es el verdadero
en las afueras del firmamento de Nuestro Padre
se encuentra el verdadero.
El que está en nuestra tierra
es apenas su imagen.
Cuando Nuestro Padre Primero hizo la Tierra,
ella estaba recubierta de bosques;
campos no había.
Para que trabajase en la formación de la pradera
Él envió a Tuku, el saltamontes verde.
En donde Tuku clavaba sus patas
iban creciendo matas de hierba;
sólo entonces surgieron las praderas.
El saltamontes verde celebró con sus chirridos
la aparición de los campos.
El verdadero Tuku se encuentra
en las orillas del firmamento
de Nuestro Padre.
El que queda en la Tierra
no es sino su imagen.
En cuanto las praderas verdearon,
la primera en entonar su canto,
la primera en celebrarlas,
fue Ynambu, la perdiz colorada.
La primera perdiz que canto en la pradera
está ahora en las afueras del firmamento
de Nuestro Padre.
La que vive en el lecho de la tierra
es solamente su imagen.
El primero en herir el lecho de la tierra
de Nuestro Padre fue el tatu.
Ya no es el tatu verdadero
el que habita la tierra;
es sólo su imagen.
La lechuza es dueña de las sombras.
En donde se para a descansar
nace la noche.
IV
Nuestro Padre Primero
está por internarse
en el arcano de su morada celeste.
Dijo entonces su Palabra:
“Solamente tú, Karai, Padre verdadero,
en cuanto a las inasequibles llamas
en las que yo me inspiro,
las eternas llamas renacientes,
harás que de ellas sean los guardianes
tus hijos, los Karai Corazón Grande.
Harás, pues, que ellos se llamen:
señores dueños de las llamas.
Ellos serán los guardianes
de las crepitaciones de las llamas.
En cada primavera
harás que se eleven las hileras de las llamas
para que escuchen su crepitar
los bienamados adornados,
las bienamadas adornadas”.
Prosiguiendo, a Jakaira Padre verdadero, le dijo:
”Y bien, tú vigilaras la fuente de la neblina,
allí en donde nacen las bellas palabras inspiradas.
Eso que yo conocí por mí mismo,
que yo concebí en mi soledad,
harás que lo vigilen tus hijos,
los Jakaira Corazón Grande.
Harás, pues, que ellos se llamen:
señores dueños de la neblina,
de las palabras inspiradas.
Dilo a ti mismo”.
Prosiguiendo, a Tupa Padre verdadero
habló así:
“Tú serás el guardián del mar desmesurado,
del tronco de la mar inmensa
de sus frondosas ramificaciones en su totalidad.
Haré que te inspires para que el firmamento se mantenga fresco.
En consecuencia,
tú enviarás y enviarás de nuevo,
a través de tus hijos numerosos,
los Tupa de Corazón Grande,
aquello que refresca,
sobre el lecho de la tierra,
para nuestros hijos los bien adornados,
para nuestras hijas las bien adornadas.
V
Sobre el lecho de la tierra,
Nuestro Padre verdadero Ñamandu,
el primero,
se dispone a expandir el buen saber,
el hermoso saber,
entre aquellos que tienen la cabeza adornada,
entre aquellas que tienen la cabeza adornada.
A Jakaira Padre verdadero, dijo:
“Y bien, en primer lugar
harás que la neblina vivificante
(Versión castellana del escritor Rubén Bareiro Saguier)
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